Semana Mexicana: Alexandra Germán
La artista mexicano/inglesa Alexandra Germán ha estado llamando nuestra atención hacia los fenómenos meteorológicos por más de diez años. Su última serie — Diáfano — muestra un enfoque notablemente sofisticado.
Quemando delicadamente datos científicos sobre fotos del cielo, Germán infunde sus celestiales paisajes con capas de intricada información.
“Diáfano proviene del archivo de mediciones de horas de luz almacenadas en el Servicio Meteorológico Nacional de la Ciudad de México,” dice la artista. Allí, se recopilan datos de la atmósfera y se “visualizan” en una pequeña tira de papel… con una línea carbonizada – continua, intermitente o variante, dependiendo de la transparencia atmosférica.”
Alexandra Germán (México/Inglaterra, 1986). Fotógrafa y artista visual, vive y trabaja en la Ciudad de México. Maestra en Artes por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (2012). Desde 1993, ha tomado diversos talleres en instituciones como el Centro Cultural de España, Centro Morelense de las Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes, Universidad Autónoma del Estado de Morelos y Universidad Complutense de Madrid. Algunas de sus exposiciones son “Apuntes de meteorología” en el Servicio Meteorológico Nacional (CDMX, 2020), “Tres variaciones sobre un mismo tema” en Salón ACME No. 6 con Patricia Conde Galería (CDMX, 2018), “Reflexiones en torno al cielo” en el Museo de Arte de Ciudad Juárez (Ciudad Juárez, 2017) y en No-Automático (Monterrey, 2017) como parte de un programa de estancias cortas apoyado por el PAC (Patronato de Arte Contemporáneo). Germán ha obtenido diversos apoyos para su producción artística como la beca del Programa de Residencias Artísticas FONCA para realizar una residencia en Banff Centre (2019), el Programa Jóvenes Creadores FONCA (2012-2013), Programa de Estímulo al Desarrollo Artístico PECDA del estado de Morelos (2009-2010), El segundo programa de formación fotográfica Foto Ensayo (Pachuca, Hidalgo, 2009-2010), así como la beca para estudios de maestría y estudios en el extranjero CONACyT (2010-2012). La obra de Germán ha sido seleccionado para participar en varios festivales y concursos de México como el “Tercer concurso de Fotografía Contemporánea de México” (Nuevo León, Monterrey, 2017), la “II Bienal de Fotografía de Oaxaca” (Oaxaca, 2016), “XXXVI Encuentro Nacional de Arte Joven” (Aguascalientes, 2016), “1er Catálogo de Fotografía Morelense” (Cuernavaca, 2015), “Quinta bienal internacional de arte visual universitario“ (Toluca, 2012), “Primer festival de tecnologías digitales MOD“ (Guadalajara, 2008), “FotoFest Morelos” (Cuernavaca, 2011) y “Código Local“ (Cuernavaca, 2007). Germán ha colaborado en diversos proyectos y colectivos artísticos como con el Colectivo Inmobiliaria de Arte (México), Arte por correo (México), Cambio cuentos por cigarrillos (España) y el colectivo de animación Animatitlán (México). Su trabajo ha sido publicado en la revista Vougue, Capitel, Mexicanismo y MirArte. Germán es representada en la Ciudad de México por Patricia Conde Galería, con quien ha participado en distintas ferias de arte como Zona Maco y Zona Maco Foto, Lima Photo, Miami Context, Paris Photo LA, Paris Photo, VIP Art Vernissage y VIP Focus Latin America.
Vicente Cayuela: La transformación del cielo en diferentes intervalos de tiempo ha sido un tema recurrente en tu trabajo, como evidencian proyectos como 30 Minutos de Mount Norquay (2019) y Diez Minutos de Vida (2018). ¿De dónde proviene esta fascinación por el paso del tiempo y los fenómenos meteorológicos?
Alexandra Germán: Creo que surgió a partir del deseo que todos hemos experimentado alguna vez de no querer que las cosas cambien, que todo permaneciera en una perfecta armonía, pero la realidad es que absolutamente todo cambia, nuestro entorno y uno mismo, aunque se perciba que los días pueden pasar uno tras otro sin tener mucho de especial, en realidad el cielo nunca será el mismo, la Tierra se encuentra en constante rotación y traslación, los objetos animados e inanimados por su presencia o por la falta de ella cambian la manera en que se propaga la luz, nuestra existencia como humanidad genera que los ecosistemas vayan cambiando y desplazándose, y todo eso es inevitable. En mis reflexiones acerca del paisaje descubrí que no había nada que mostrara ese cambio de manera tan evidente como una nube, me parecieron el ejemplo perfecto para mostrar lo que no se puede contener ni evitar su transformación o desaparición, muestran en ellas su carácter efímero, sometidas a factores externos que no pueden controlar, casi podrían ser una analogía sobre nuestra propia existencia.
VC: ¿Cómo comenzaste a trabajar en la serie Diez Minutos de Vida y puedes profundizar en los detalles que te captivan sobre la duración de una nube?
AG: Diez Minutos de Vida surge de mis lecturas sobre divulgación científica acerca de la meteorología, en una de esas publicaciones se afirmaba que en promedio una nube tenía una duración de diez minutos antes de desaparecer o de transformarse en una forma totalmente distinta a inicial. Tal afirmación me hizo dudar y quise comprobar su veracidad, así que subí a la azotea del edificio de una amiga, era uno de esos días feos en la Ciudad de México en la que la contaminación hace que el cielo se vea de tonos pardos y en el que no había nada de humedad y solo había una nube pequeñita muy abajo en el horizonte, decidí fotografiarla con intervalos de un minuto por fotografía (cada cartucho contenía diez hojas de película instantánea) y para mi sorpresa permaneció en ese mismo lugar durante diez minutos sin modificar mucho su forma.
Ese experimento me causó tanta fascinación que decidí repetirlo en diferentes lugares anotando siempre la ubicación desde donde realizaba las fotografías, hora, fecha y toda la información del tiempo atmosférico, lo cual me hizo darme cuenta de que la duración de una nube dependía de muchos otros factores y no solo la del transcurrir del tiempo. Realicé éste experimento en diferentes partes de la ciudad y posteriormente en otros estados, lo cuál me hizo ver que la orografía es también un factor importante para la evolución de éstas formaciones. La pieza 30 Minutos de Mount Norquay, como la mencionaste al principio de la entrevista, forma parte de esa aproximación, éste monte se encuentra situado en la cordillera de las montañas rocosas que cruza Alberta, Canadá, el haber registrado un poco sus alrededores me ayudó a descubrir nuevos tipos de nube que para existir requieren de esas montañas.
VC: ¿Qué desafíos o descubrimientos interesantes has encontrado durante la creación de estos proyectos centrados en las nubes? ¿Y cómo ha evolucionado tu papel de ser principalmente un fotógrafo a convertirte más en un observador en el contexto de estudiar las nubes y los fenómenos meteorológicos?
AG: A medida de que desarrollo más proyectos voy descubriendo nuevos conceptos que me gustaría explorar, creo que en general el haber podido platicar con científicos hizo que me maravillara cada vez más acerca de un montón de aspectos que desconocía sobre nuestra atmósfera. Tener la posibilidad de medir éstos fenómenos me parece increíble y creo que además del heliógrafo y del hidrógrafo, uno de los tipos de medición que más bellos me han parecido por su carácter colectivo es cuando se hacen los radiosondeos, ya que es un tipo de medición que se hace en un mismo tiempo alrededor del mundo para tener un panorama global de las condiciones de nuestra atmósfera.
VC: Además de estos experimentos temporales con la fotografía, uno de tus proyectos anteriores, Estudios de Precipitaciones (2016), contribuye a mostrar el desplazamiento de las nubes a través de GIFs.
AG: Hace tiempo, mientras investigaba acerca de los tipos de observaciones para predecir el tiempo atmosférico, me encontré con registros de super celdas en movimiento a partir de imágenes captadas por diferentes satélites que tenían como fin observar la evolución de una tormenta y verificar si era necesario o no alertar a la población sobre su peligro, de ahí surge la idea de hacer mi propio registro desde la ventana de un avión de formaciones que podrían o no llegar a ser amenazadoras simplemente con la intención de poder observar su movimiento mientras yo misma al igual que la nube, me desplazaba de un punto a otro.
VC: También has construido escenarios para algunas de tus fotografías, como lo hiciste en tu proyecto Metamorfosis de una nube (2013–2014).
AG: En mi trabajo anterior solía hacer dioramas en los que componía un paisaje completo para luego fotografiarlo y crear ciertos ambientes en un proceso de postproducción. Me podía llevar meses terminar cada imagen. Para representar el cielo tenía que observarlo durante mucho tiempo, ver cómo la luz atravesaba las nubes y cómo estas cambiaban sus formas y colores. Con el tiempo, comprendí que necesitaba saber más sobre esa parte del paisaje con la que convivimos diariamente y de la que podemos ser inconscientes. Así que comencé por aprender el nombre de cada una de ellas y sus particularidades para poder replicarlas en Metamorfosis de una nube, que además de funcionar como una especie de catálogo ilustrado para mí, también hace referencia al carácter efímero, cambiante e incontenible de las nubes.
En ésta serie una sola nube se convierte en mi personaje principal, en todas las siete fotografías que conforman la serie es la misma nube contenida en un solo espacio, de ahí los hilos que aparecen en la imagen para evitar que ésta “escape” a pesar de estar en una habitación sin techo. Creo que esta serie representa además de hablar en sí misma sobre una transformación, también representa una etapa transitoria de mi producción, de haberme enfocado en la construcción de dioramas dentro de mi estudio, a mirar hacia afuera para encontrar más respuestas a lo que me comenzaba a interesar; en ella reflejo el carácter pasajero, lo efímero, cambiante e inaprensible, es una representación del pensamiento y la belleza de las formas simples así como la búsqueda del entendimiento sobre nuestra atmósfera de una manera interdisciplinaria. Ésta metanarrativa es la que pienso que permanece en el resto de mi trabajo.
VC: Antes de hablar sobre tu trabajo más reciente, ¿podrías contarnos sobre las obras de arte y escritos que utilizaste en tu proyecto Variantes (2017–2018), y cómo contribuyen a la forma en que piensas sobre el cielo en tu arte?
AG: Variantes surge a partir de mi observación en cómo se ha representado el cielo en la literatura y en la pintura, comenzando por los pintores del Romanticismo, en ésta serie la idea fue fragmentar las pinturas en dos, del horizonte hacia arriba, y desprender esa parte importante de la que se conforma el paisaje de las particularidades que cada autor le dio dentro de su propia obra, con la intención de convertirlos en cielos libres que más que hacer referencia a su autor o a su corriente artística nos recuerdan al cielo visto a travez de una ventana.
En la literatura fue algo similar, recopilé fragmentos de cuentos y novelas en las que hay una descripción del ambiente en la que se desarrolla la historia y de las condiciones atmosféricas percibidas por el personaje, las cuales influían en su estado anímico y en establecer el ambiente del relato mismo.
Mi aproximación al estudio de las nubes lo he tratado de abarcar desde diferentes ramas, comenzando intuitivamente desde el arte y por medio de las disciplinas por las que más amor tengo como lo son la pintura y la literatura, en ambas disciplinas observo las interpretaciones de diferentes autores hacia éstos fenómenos meteorológicos ya sean aproximaciones veraces o meramente imaginativas como a veces pudiera suceder en la ciencia ficción, así que ese registro de nubes pictóricas y literarias que conforman Variantes me ayudan a imaginar cielos nuevos y a buscar su existencia en la verdad que la ciencia nos puede brindar.
VC: En cuanto a tu nuevo proyecto Diáfano (2023), ¿cómo ha evolucionado tu enfoque en este proceso creativo en comparación con tus obras anteriores?
AG: Conforme he seguido con mi investigación acerca de la meteorología y la física de las nubes, he sentido la necesidad de involucrarme con más personas para mi mejor entendimiento hacia ésta ciencia; Diáfano es mi primer proyecto que surge a partir de esa interacción, a pesar de no ser un proyecto colaborativo, su concepción fue a partir de relacionarme con científicos y con una institución dedicada a los temas que me interesan a diferencia de proyectos anteriores que surgían a partir de un proceso en solitario.
VC: ¿Puedes elaborar sobre las intervenciones manuales que realizaste en tus imágenes del cielo en Diáfano?
AG: Diáfano surge a partir del archivo de mediciones de horas luz que se resguarda en el Servicio Meteorológico Nacional de la Ciudad de México, en ésta institución cada día se recopila información sobre cada aspecto de nuestra atmósfera y una de ellas es eso, la cantidad de horas luz que hubo en ese día así como su intensidad. Esa información la podemos ver en una pequeña tira de papel de aproximadamente veinte centímetros de largo que al final del día termina con una línea carbonizada, a veces continúa, otras intermitente a lo largo de su superficie, todo depende de la transparencia de nuestra atmósfera.
Por mi parte yo hacía desde la ventana de mi estudio fotografías del cielo casi a diario a modo de referencia para otros proyectos y como observación de aquello que me comenzó a apasionar, así de que pensé en relacionar ese cuerpo de trabajo con aquel otro archivo que permanecía embodegado; comencé seleccionando algunas de mis imágenes que me parecieran más relevantes para después buscar las tiras carbonizadas que correspondieran a la misma fecha en las que tomé las fotos del cielo.
Esas tiras fueron fotografiadas y en un proceso de postproducción las sobrepuse a mis imágenes para que me funcionaran como guía al momento de hacer la intervención física; posteriormente se imprime en papel 100% algodón libre de ácido y con mucha paciencia comienzo a quemarla con un cautín (soldering iron). Cuando concluyo con ésta parte, comienzo a colocar la hoja metálica (ya sea de oro, cobre o plata) en una superficie adhesiva, esa sería la base en la que posteriormente se monta la fotografía intervenida.
VC: En el panorama de la fotografía contemporánea, ¿cómo abordas tu relación con “la fotografía” tanto como objeto como superficie?
AG: Siempre he tenido la necesidad de involucrarme con mi trabajo de una manera plástica, ya sea construyendo objetos para después fotografiarlos o interviniendo la imagen misma durante su montaje, aunque siempre había sido de una manera muy cautelosa para no “dañar” la impresión, en Diáfano pienso en que no había otra manera de hacerlo más que “dañando” una impresión perfecta, aunque sigue siendo un proceso muy controlado. Creo que la necesidad de manipular los materiales es una manera de acercarme a mi obra, dándome la posibilidad de seguir reflexionando acerca de lo que estoy haciendo, creo que al trabajar con su materialidad le asigno un carácter más personal. Trabajar en Diáfano requiere de bastante tiempo ya que es un proceso manual que no puedo acelerar, esa repetición y el conocimiento de que tardaré un buen rato hace que pueda abstraerme por completo de mi al rededor y sumergirme en mis propios pensamientos, quizá solamente el sonido llega a definir ese ritmo con el que avanzo, así de que prefiero escuchar música clásica o el silencio para respetar ese tiempo.
VC: Tu estudio de herramientas como el heliógrafo tuvo un gran impacto en cómo creas esta serie. ¿Cómo se conecta esto metafóricamente? ¿Y cómo fusionas el lado científico de estas herramientas con el lado artístico de tu trabajo?
AG: Me parece fascinante cuando se revela lo intangible o se materializa algún concepto que nos parece abstracto, en éste caso características de nuestra atmósfera y del Sol. Por un lado el título de la serie se refiere a la transparencia y claridad de las cosas, con ello no puedo dejar de pensar en los principios del Romanticismo y su asociación sobre las características del cielo como representación abstracta de nuestro estado anímico; pero con la palabra diáfano también me refiero a la transparencia de nuestra atmósfera que se ve afectada cada día por diferentes factores como lo son los contaminantes y que podemos observar esas pequeñas variaciones a través de mediciones constantes.
Por otra parte está el Sol, que evidencia la energía que emite por medio de su radiación y que se concentra gracias al heliógrafo, para mi utilizar esas tiras carbonizadas es mostrar la presencia de aquello que existe en ese otro espacio y que a pesar de que se encuentre a millones de kilómetros de distancia de nosotros, logra manifestarse en nuestra vida diaria siendo vital para nuestra existencia, a pesar de esa distancia de la que no siempre estamos conscientes, logra atravesar nuestra atmósfera y revelar su fuerza carbonizando una tira de papel. Para mi, esa apertura que hace el sol en nuestro cielo, es permitir que aquello que habita en ese otro espacio se muestre y que a su vez nosotros podamos ver de vuelta más allá de nuestro propio cielo a ese otro lugar en el que el Sol habita.
Mi papá es científico y los temas que investiga siempre me han parecido muy abstractos, pienso en que su percepción sobre lo que hago debe de ser similar y a pesar de ello, creo que ambos somos capaces de encontrar algo fascinante en el tema del otro aunque no lleguemos a comprenderlo del todo, así que para mi, incorporar aspectos científicos en mis procesos es una manera de reinterpretación sobre aquello a lo que no deseo ser ajena para poder comprenderlo a mi manera, es una especie de traducción hacia un lenguaje que puedo entender.
VC: ¿Hubo desafíos o sorpresas particulares que surgieron durante la creación de Diáfano?
AG: Me parece que las dificultades pueden surgir en todo momento desde la concepción hasta la materialización de la obra, sobre todo cuando se depende de más personas para continuar con el proceso y más aún si hay una pandemia de por medio ya que mis visitas al Meteorológico se suspendieron y el personal de esa institución se volvió limitado, así que todo se volvió más lento. Pasando esas dificultades y las técnicamente usuales, creo que ahora lo realmente desafiante es pensar en el espacio y en la manera en la que me gustaría que se exhibiera ese proyecto.
VC: ¿Cómo imaginas que el espectador experimente o interprete los elementos poéticos en tu trabajo centrado en el cielo y las nubes?
AG: That’s something I’ve always been interested in hearing. I seldom talk about my poetic approaches because I’m more interested in hearing what others may perceive. I truly focus on creating something I imagine I would like to see, and it seems to me that if it evokes any emotion or reflection in someone else, they are also enjoying it.
VC: ¿Qué tienes planeado para el 2024? ¿Hay proyectos futuros o temas que planeas explorar que continúen fusionando la ciencia y el arte?
AG: En la Meteorología he encontrado muchos aspectos que aún quisiera explorar, es un tema que me apasiona y que me ha ayudado a ser más consciente sobre mis alrededores por medio de entender esa ciencia. Así que definitivamente seguiré trabajando en otras ideas.
Siempre estoy preparando algo en mi cabeza, a veces es difícil porque creo que necesito tener todo resuelto antes incluso de hablar sobre ello, pero por ahora hay un par de exposiciones grupales en marzo, ya veremos después.
Vicente Cayuela is a multimedia artist working at the intersection of staged photography, sculpture, and installation. His handcrafted photo-based artworks create colorful scenes of graphic overload and tongue-in-cheek cultural commentary inspired by juvenile aesthetics and material culture. His work has been exhibited in New England at the St. Botolph Club, the Griffin Museum of Photography, Abigail Ogilvy Gallery, and PhotoPlace Gallery, and published nationally and internationally. In 2022, he was awarded the Emerging Artist Award in Visual Arts from the St. Botolph Club Foundation, in Boston, MA, and was one of the seven winners of the 2022 Lenscratch Student Prize. Cayuela holds a BA in Studio Arts from Brandeis University, where he received the Susan Mae Green Award for Creativity in Photography and the Deborah Josepha Cohen ‘62 Memorial Award in Fine Arts.
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