Semana Argentina | Juan Cruz Olivieri: Gauchos
En esta entrevista, Juan Cruz Olivieri comparte su exploración de las tradiciones y el alma de la vida gaucha, un elemento central en el folclore de su infancia. Influenciado tempranamente por la pasión de su padre por la fotografía, el artista argentino ha forjado un distintivo camino a lo largo de los años, dedicándose a documentar vida gaucha a través de retratos visualmente dinámicos y exquisitamente iluminados. Su serie Gauchos, demuestra una palpable sinceridad y emoción al retratar a individuos y comunidades campesinas, invitándonos a observar el folklore y la perseverancia profundamente arraigadas en el campo argentino a través de su poderoso lente.
Juan Cruz Olivieri nació en Zárate, (donde vive actualmente) provincia de Buenos Aires en el año 1980. Ingeniero Eléctrico de
Profesión, tomó contacto con la fotografía en 2012, concurrio a talleres los fotografos Gustavo Di Mario,
Ignacio Iasparra y Alberto Goldeinsten.
Sigue a Juan en Instagram: @2015_juan_cruz_
Gauchos
Los gauchos en Argentina son una figura emblemática y representativa del hombre que conquisto la pampa, En mi trabajo intento hacer una fotografía intimista, dejando de ser un objeto invasor del extraño para convertirme en un confidente de una historia que es narrada entre luces y sombras, alejándome de las típicas imágenes idealizadas que el espectador espera ver, posibilitando apreciar la mística y recia identidad de la cultura gauchesca a través de una sensación de cercanía y espontanea naturalidad que intento expresar en cada una de las fotos libres de pretensiones ornamentales , cuya fuerza de atracción es la manera decidida en que los gauchos se posicionan frente a la cámara, resueltos a mostrar algo más que el rostro: el alma viva de la vida que abrazan. —Juan Cruz Olivieri
Vicente Isaías: Juan, muchas gracias por esta entrevista. Estoy muy feliz de haberme encontrado con tu trabajo. El gaucho es una figura emblemática en la historia de Argentina ¿Qué te motivó a enfocar tu práctica fotográfica en la cultura gauchesca?
Juan Cruz Olivieri: Mi primer acercamiento hacia la cultura gauchesca se dio a través de la música folclórica. En mi infancia en casa, era mi papa quien escuchaba folclore, en ese momento no apreciaba ese género musical, pero estoy seguro de que inconscientemente quedo resonando como un eco y se fue metiendo poco a poco en mi corazón.
Con el paso del tiempo, durante mi adolescencia, pasaba a buscar a un amigo en bicicleta para ir al colegio por la mañana y en el recorrido desde su casa al colegio la mayoría de las veces, el entonaba canciones de José Larralde, ahí se despertó mi interés por este artista y comencé a escuchar yo también a Larralde y con el tiempo más artistas folclóricos, también empecé a leer literatura gauchesca profundizando mi conexión con esta fascinante cultura. Mi contacto con este mundo no iba más allá de disfrutar alguna peña o festival folclórico en la ciudad donde vivo.
Luego llego mi curiosidad por la fotografía, si bien no alcance a compartir la pasión por la fotografía con mi padre, estoy convencido de que su influencia fue determinante para acercarme a una cámara fotográfica. Todas las fotos que hay en casa de nuestra infancia fueron tomadas por él.
De grande me compré mi primer cámara digital, al principio fueron fotos de vacaciones, familiares y luego a partir de querer combinar las dos cosas que me gustan la fotografía con el folclore, fue que me fui acercando a la vida cotidiana del paisano, retratando sus costumbres y tradiciones. Para mí, la fotografía no es solo una forma de expresión artística, sino también una manera de preservar y perpetuar nuestra herencia cultural.
VC: Considerando la conceptualización del gaucho dentro de la producción cultura argentina, me llama la atención que explores la trascendencia de la cultura gauchesca más allá de un simple personaje literario hacia un elemento vital de la identidad nacional. ¿Qué te motiva a utilizar la fotografía para capturar la esencia y la autenticidad, mostrando la realidad, “sin buscar la perfección formal ni las pretensiones ornamentales de su existencia en la actualidad” como has mencionado?
JCO: Utilizo la fotografía como medio para capturar la esencia y la autenticidad porque creo firmemente en la belleza de lo real y lo genuino. Para mí, la fotografía no se trata de crear imágenes perfectas o idealizadas, sino de documentar la vida tal como es, con todas sus imperfecciones y peculiaridades.
Es importante para mí que el gaucho, al ver mis fotos, se sienta representado. Quiero capturar no solo la realidad visual, sino también las emociones y experiencias que definen la vida del gaucho. Busco transmitir la verdadera esencia de su estilo de vida, para que, al observar mis imágenes, el gaucho se reconozca en ellas y sienta que su historia está siendo contada con autenticidad.
Buscar la perfección formal o las pretensiones ornamentales en una imagen puede distorsionar la realidad y alejarla de su verdadera esencia.
Creo que la verdadera belleza reside en la autenticidad y la honestidad de una imagen, en su capacidad para transmitir la verdad y despertar emociones sinceras en quienes la observan. Al mostrar la realidad tal como es, sin filtros ni adornos, busco también crear una conexión más profunda entre la obra y el espectador, permitiendo que la imagen hable por sí misma y cuente su propia historia.
VC: Has mencionado que te costó apropiarte del término fotógrafo. ¿Cómo llegaste a la fotografía? ¿Nos podrías contar más sobre los desafíos que has vivido y qué fue lo que finalmente te llevó a identificarte después de un largo tiempo como fotógrafo?
JCO: Mi camino en la fotografía comenzó de manera autodidacta. Sin la guía de un programa formal de estudios, mi guía eran tutoriales en línea, libros y experimentación práctica. Al principio, me resultaba difícil adoptar el título de fotógrafo. ¿Cómo podía autodenominarme así cuando no tenía los diplomas o certificaciones que respaldaran mi experiencia? Esta falta de legitimación académica me hizo dudar de mi posición dentro de la comunidad fotográfica.
Sin embargo, a medida que mi pasión por la fotografía crecía y mis habilidades técnicas y creativas se desarrollaban, comencé a obtener reconocimiento por mi trabajo. Mis fotos fueron seleccionadas para exposiciones, gané algunos concursos y recibí elogios de colegas y críticos. Estos logros, aunque pequeños, me brindaron una sensación de validación y confirmaron que mi enfoque autodidacta era válido.
El punto de inflexión llegó cuando me di cuenta de que la fotografía no se trata solo de tener un título o una certificación, sino de la pasión, la dedicación y la habilidad para capturar momentos significativos y transmitir emociones a través de imágenes. Comencé a reconocer que, aunque mi formación fuera autodidacta, mis logros y mi compromiso con la fotografía eran tan válidos como los de cualquier otro fotógrafo con formación formal.
Finalmente, después de un largo período de autorreflexión y crecimiento, me di cuenta de que ser fotógrafo no se trata solo de cómo otros me perciben, sino de cómo me percibo a mí mismo. Al aceptar y abrazar mi propia identidad como fotógrafo, independientemente de los caminos educativos que había seguido, pude encontrar una mayor confianza en mi trabajo y en mi capacidad para contar historias a través de mis imágenes.
VC: Naciste en la ciudad de Zárate, ¿de qué manera influyó este lugar en tu proceso como artista?
JCO: Crecer en una ciudad más pequeña como Zárate también significó enfrentar desafíos únicos en el camino como artista. La escasez de recursos y oportunidades en comparación con las grandes urbes me llevó a ser aún más creativo y a buscar alternativas innovadoras para nutrir mi pasión por la fotografía.
En una ciudad donde las opciones para artistas emergentes son limitadas, cada oportunidad se que debo aprovecharla al máximo. La falta de galerías de arte establecidas, eventos culturales o una comunidad artística consolidada podría desalentar a muchos, pero para mí representó un desafío que acepté con entusiasmo. En lugar de esperar que las oportunidades llegaran a mí, me propuse crearlas yo mismo.
Constantemente estoy enviando CV con fotos a galerías, espacios culturales y eventos, buscando activamente oportunidades para mostrar mi trabajo. Aunque puede ser desafiante recibir respuestas o encontrar plataformas dispuestas a exhibir el trabajo de artistas emergentes, persisto en mi búsqueda, confiando en que cada envío puede significar una oportunidad futura.
Esta actitud proactiva no solo me ha permitido aumentar la visibilidad de mi trabajo, sino que también ha sido una fuente de motivación y aprendizaje constante. A través de cada envío, estoy construyendo conexiones, recibiendo retroalimentación y perfeccionando mi arte, preparándome para las oportunidades que están por venir.
En resumen, mi experiencia en una ciudad pequeña me ha enseñado la importancia de ser perseverante y creativo en la búsqueda de oportunidades para mostrar mi trabajo. Aunque el camino pueda ser difícil, estoy decidido a seguir adelante, confiando en que cada paso me acerca un poco más a mis metas como artista.
VC: ¿Cómo ha sido para ti sumergirte en estas comunidades, y cuál fue tu primer acercamiento a la vida rural de Argentina? ¿Cómo abordas retratar a tus sujetos?
JCO: Al principio, mi objetivo era volver a casa con el mayor número de imágenes posible, un gran número de fotos era sinónimo de haber tenido una buena salida. Sin embargo, con el tiempo, mi perspectiva y enfoque han evolucionado significativamente. Ahora, mi mayor disfrute radica en descubrir historias y entablar conversaciones profundas con las personas que encuentro en mi camino.
Ha habido ocasiones en las que he pasado toda una mañana en una conversación apasionante con alguien que había conocido, sin siquiera sacar mi cámara, reconozco la importancia de saber cuándo no sacar una foto, ya sea porque la situación podría desfavorecer al retratado o porque la charla es tan íntima que sería una falta de respeto interrumpir ese momento. Estas experiencias me han enseñado que la verdadera riqueza de la fotografía va más allá de simplemente capturar imágenes; se trata de conectar con las personas, comprender sus experiencias y aprender de sus historias.
Al lograr estas charlas y conocer más a las personas, he descubierto que esto no solo enriquece mi experiencia personal, sino que también mejora la calidad de mis fotografías. Cuando las personas se sienten cómodas y relajadas a mi alrededor, puedo capturar momentos más auténticos y genuinos. Las sonrisas son más sinceras, las miradas más profundas y las emociones más palpables.
Esta evolución no solo ha influido en mi trabajo como fotógrafo, sino también en mi crecimiento personal. A través de estas interacciones profundas, he ganado una mayor comprensión y aprecio por la diversidad de experiencias y perspectivas que existen en el mundo rural. Me ha enseñado a ser más empático, receptivo y abierto a nuevas formas de ver el mundo.
El proceso de pasar de simplemente capturar imágenes a buscar y compartir historias ha sido una parte fundamental de mi evolución tanto como persona como fotógrafo. Me ha permitido no solo crecer en mi arte, sino también en mi comprensión del mundo y de mí mismo.
VC: ¿Existe alguna tradición gaucha que te llame particularmente la atención, alguna que encuentres problemática, o un momento que hayas experimentado capturando imágenes que te haya marcado profundamente?
La experiencia que más me conmueve y sensibiliza no es una tradición gaucha en sí, pero está estrechamente ligada a nuestra cultura: el toreo de la vincha en Casabindo, Jujuy, durante la fiesta de la Asunción de la Virgen María. Esta celebración, que data de la época colonial, tiene un profundo significado religioso y pagano que ha sido transmitido de generación en generación a lo largo de los siglos.
El toreo de la vincha es mucho más que una simple práctica taurina; es una expresión de fe y gratitud hacia la santa patrona, así como una petición por la protección y el bienestar de la comunidad. Presenciar esta ceremonia ancestral, donde se fusionan elementos religiosos y culturales, es una experiencia profundamente conmovedora que me conecta con las raíces más profundas de nuestra identidad como pueblo.
Para los habitantes de Casabindo y la región, el toreo de la vincha no es solo una tradición, sino una parte integral de su identidad cultural. Es una forma de honrar a sus antepasados, mantener vivas las tradiciones ancestrales y reafirmar su sentido de pertenencia a la comunidad.
Otro aspecto cultural que me ha impactado profundamente es la devoción al Gauchito Antonio Gil en Corrientes. Esta figura legendaria, que surgió como un héroe popular y protector de los humildes, ha trascendido las barreras del tiempo y el espacio para convertirse en un símbolo de esperanza y solidaridad para muchas personas en toda Argentina.
Presenciar la ferviente devoción y las manifestaciones de fe hacia el Gauchito Antonio Gil es una experiencia única que revela la profunda conexión espiritual y cultural que existe en nuestra sociedad. Capturar imágenes de esta devoción popular me ha permitido no solo documentar una tradición arraigada en la historia de nuestro país, sino también reflexionar sobre el poder transformador de la fe y la solidaridad en nuestras vidas.
En ambos casos, estos movimientos de fe son profundamente conmovedores para mí, aunque no los comprendo en su totalidad. Sin embargo, me emociona y sensibiliza profundamente ver cómo la gente se aferra a estas creencias, cómo estas tradiciones forman parte integral de sus vidas y cómo encuentran consuelo y esperanza en ellas.
VC: ¿En tu experiencia como fotógrafo, has encontrado problemáticas sociales o políticos que afecten particularmente a estas comunidades? Según tú, ¿cómo existe el gaucho en el imaginario colectivo del país como un ícono de resistencia cultural?
JCO: A pesar de los cambios sociales y económicos que han transformado el paisaje argentino, la figura del gaucho sigue siendo un símbolo de identidad nacional y un recordatorio de la riqueza cultural y la diversidad del país.
Además, la imagen del gaucho ha sido idealizada en la literatura, el cine y las artes visuales, contribuyendo a su mitificación como un héroe cultural. A través de estas representaciones, el gaucho se convierte en un símbolo de resistencia cultural que trasciende las fronteras geográficas y temporales, inspirando a generaciones posteriores a defender y preservar su patrimonio cultural. (…)
En el círculo en el que me muevo para fotografiar, me encuentro principalmente con personas que son empleadas, peones, y otros miembros de las comunidades rurales. En mi trabajo, me enfoco en dar voz y visibilidad a estas comunidades, ya que son quienes suelen enfrentar las problemáticas sociales y políticas de manera más directa.
Es importante destacar que mi interés no está en mostrar a los estancieros o propietarios de tierras, sino en retratar la vida y las experiencias de aquellos que trabajan la tierra y que desempeñan un papel vital en la economía y la cultura rural, merecen ser reconocidas y valoradas por su contribución a la sociedad.
Al centrarme en los empleados y peones, busco capturar sus historias, sus luchas y sus aspiraciones, y mostrar la humanidad y la dignidad que hay en sus vidas cotidianas.
Además, es importante señalar que la fotografía que hago nunca intenta ser una denuncia ni una muestra de lucha, sino simplemente una forma de vida que valoro y trato de dignificar. Mi objetivo es capturar la belleza y la autenticidad de estas comunidades rurales, destacando su humanidad y sus conexiones con la tierra y entre ellos mismos. En lugar de enfocarme en los aspectos negativos, busco resaltar la resiliencia y la fortaleza de estas personas y sus comunidades. El gaucho es un individuo humilde y respetuoso, con un gran corazón que ofrece todo lo que tiene a su disposición. Su naturaleza es hospitalaria y acogedora, capaz de considerarte como un hermano cuando percibe que estás tomando en serio su historia, su cultura y su forma de vida. Es en ese momento que te abre las puertas de su hogar y su corazón, dispuesto a compartir contigo sus tradiciones, sus experiencias y su sabiduría, en un gesto de generosidad que refleja el profundo arraigo que siente por su tierra y sus raíces.
VC: ¿Me podrías contar la historia detrás de esta imágen?
JCO: La escena es una reminiscencia de los tiempos pasados, cuando la peregrinación gaucha en Luján era un evento anual esperado con entusiasmo, donde la gente venía de lejos para participar en la tradición. Aunque la peregrinación ya no se lleva a cabo como hace algunos años, debido a preocupaciones sobre el bienestar animal, hubo muchas denuncias por el mal estado de los caballos, el esfuerzo físico al que eran sometidos para llegar desde sus hogares a Lujan, esta imagen captura la esencia de ese momento histórico y la relación única entre los gauchos y sus caballos.
En aquel predio se congregaban los paisanos que llegaban el día previo para pernoctar y luego sumarse a la peregrinación. A lo largo del lugar, se levantaban casi en su mayoría, carpas improvisadas, con lonas atadas a los carros o sulkis, mientras el humo de los fogones anunciaba la preparación del agua para el mate que iba ser tomado intercalado con algún trago de vino por algún asador que se anticipaba a preparar el almuerzo desde muy temprano. Todo ello creaba un ambiente de camaradería y expectativa para el evento, que se distinguía de las típicas jineteadas o festivales folclóricos; en ese espacio, predominaba la música de cumbia que resonaba desde grandes equipos de sonido.
Junto al predio, serpenteaba el río Luján. Aunque no era un río de gran caudal, sí era lo suficientemente amplio para que los caballos pudieran beber y refrescarse antes del desfile. Este entorno acuático también brindaba la oportunidad para que los gauchos demostraran su valentía y habilidad en diversas actividades recreativas, ante la atenta mirada de los demás participantes.
VI: Hablemos de inspiración. ¿Existe algún referente fotográfico cuyo trabajo admires y se enfoque también en capturar la esencia de la cultura gauchesca?
JCO: Hay un trabajo del Fotógrafo Rene Burri que me gusta, el libro es muy interesante ya que combina las imágenes con textos de Jorge Luis Borges
JCO: Lo que destaco especialmente del trabajo es su capacidad para capturar la esencia de la cultura gauchesca, a pesar de no ser un fotógrafo argentino y quizás no conocer a la perfección todos los matices de esta cultura. Su habilidad para sumergirse en un entorno desconocido y transmitir la autenticidad y la belleza de la vida rural argentina es verdaderamente impresionante.
Sus imágenes van más allá de la superficie para explorar la conexión entre el gaucho y su entorno, así como las tradiciones y valores que definen su forma de vida.
VI: ¿Considerando la vasta producción cultural alrededor del ícono del gaucho, hay algún libro, canción, u otra obra que te gustaría compartir o que te haya marcado significativamente?
JCO: Es difícil elegir una sola obra o expresión cultural que destaque por encima de las demás. En cada etapa de mi vida, he descubierto y valorado diferentes aspectos de la cultura, encontrando placer en una variedad de libros, músicos y experiencias. Cada viaje, cada encuentro y cada nueva historia que descubro enriquecen mi aprecio por la diversidad cultural y me inspiran a seguir explorando y aprendiendo en cada paso que doy.
VI: ¿Tienes algún proyecto en mente, qué depara para ti este año?
JCO: Me gustaría poder llevar a cabo la finalización del trabajo “Habitantes Silenciosos”, es un trabajo que fui realizando en paralelo con el de los gauchos, ya tengo finalizada la edición, pero falta el ultimo empujoncito para poder imprimirlo.
Después obviamente seguir ampliando el trabajo de los gauchos y seguir buscando oportunidades de mostrar la cultura argentina mi objetivo es seguir ampliando mi trabajo sobre los gauchos y continuar explorando y documentando la riqueza cultural de Argentina. Me apasiona profundamente la cultura gaucha y creo que hay muchas historias aún por descubrir y compartir. Quiero seguir explorando diferentes aspectos de la vida y las tradiciones gauchescas, y buscar oportunidades para mostrar este patrimonio cultural de manera auténtica y significativa.
Vicente Isaías is a Chilean multimedia artist working primarily in research-based, staged photographic projects. Inspired by oral history, the aesthetics of picture riddle books, and political propaganda, his complex still lifes and tableaux arrangements seek to familiarize young audiences with his country’s history of political violence. His 2022 debut series “JUVENILIA” earned him an Emerging Artist Award in Visual Arts from the Saint Botolph Club Foundation, a Lenscratch Student Prize, an Atlanta Celebrates Photography Equity Scholarship, and a photography jurying position at the 2023 Alliance for Young Artists & Writers’ Scholastic Art and Writing Awards in the Massachusetts region. His work has been exhibited most notably at the Griffin Museum of Photography, Abigail Ogilvy Gallery, PhotoPlace Gallery, and published nationally and internationally in print and digital publications. A cultural worker, he has interviewed renowned artists and curators and directed several multimedia projects across various museum platforms and art publications. He is currently a content editor at Lenscratch Photography Daily and Lead Content Creator at the Griffin Museum of Photography. He holds a BA in Studio Art from Brandeis University, where he received a Deborah Josepha Cohen Memorial Award in Fine Arts and a Susan Mae Green Award for Creativity in Photography.
Follow Vicente Cayuela on Instagram: @vicente.isaias.art
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