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Amor y Pérdida en el Cosmos: En Conversación con Valeria Sestua

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

Para la segunda entrega de nuestra Semana Argentina, Valeria Sestua y yo nos encontramos en su apartamento en Chacarita, Buenos Aires, en enero, donde hablamos sobre su incursión en la fotografía y su fascinación por la muerte, desde su infancia hasta la aclamada artista y educadora que es hoy en día. Su muy esperado proyecto, Un Montículo de Pequeños Cristales, está programado para ser encapsulado en un libro de fotos este año bajo la edición y curadoría de Metaninfas.

La amplia exploración de Sestua sobre la muerte a través de su ambicioso proyecto nos lleva a través de un poema épico sobre el cosmos. Navegando el tema desde diversas perspectivas: la descomposición animal, la astrofotografía, la escritura creativa y el uso de imágenes de archivo y apropiadas, el conjunto mediático de Sestua es una odisea llena de poesía visual y fascinantes anécdotas, tanto históricas como diarísticas.

Para aquellos de nosotros cuyas vidas han sido marcadas desde temprana edad por las pérdidas de nuestros seres queridos, el proyecto resonará profundamente con sus profundas indagaciones filosóficas sobre la esencia del ser. Para aquellos que aún no lo han experimentado, una reflexión sobre la muerte que desafía el tabú y el miedo que a menudo la rodea en nuestra cultura, solo puede fomentar una comprensión más profunda y personal del tema para el lector.

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

Valeria Sestua. 
Fotógrafa y docente.
  Se formó como fotógrafa en IMDAFTA, instituto de arte fotográfico de Avellaneda, en el año 1998. Asistió a talleres de fotografía de autor coordinados por Carlos Bosch, Julieta Escardó y Lorena Fernández. Desde 2009 participa de las clínicas de Adriana Lestido, cursó Proyecto Imaginario I y II, fue becada en PAC PHOTX y en Escuchar la fotografía, residencia organizada por la fundación Arte x Arte.
 Desde 2009 dicta diversos talleres relacionados a la fotografía y a la escritura para proyectos artísticos. Es coordinadora en Proyecto Imaginario, plataforma de formación para fotógrafos y artistas visuales.

En 2021 es invitada a formar parte de BIENALSUR y su obra Mutante se expuso en el Palacio Dionisi de la ciudad de Córdoba. La misma obra fue beneficiada por la Beca creación 2021 y 2022 y por mecenazgo 2020. Su trabajo Mutante y Bajo la piedra fueron seleccionados en la revisión de Portafolios de FIFV, festival internacional de fotografía de Valparaíso, Chile, y en Clap! organizado por FoLa, entre los años 2020 y 2018. Fue seleccionada en el Salón Nacional de las Artes 2015 y en el premio estímulo Ayerza 2014. Ha participado en numerosas muestras colectivas junto a colegas y amigos. Recientemente publicó su primer libro La Edad Justa, junto a Analía Couceyro por Documenta Escénicas. Su proyecto Un Montículo de Pequeños Cristales será publicado por MetaNinfas, edición y curaduría en el año 2024. Vive y trabaja en Buenos Aires.

Sigue a Valeria en Instagram: @valeriasestua

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

Un Montículo de Pequeños Cristales

Si buscamos la etimología del verbo preguntar encontraremos la palabra latina precuntare, que deriva de contus.
Contus es una vara, una herramienta usada por los navegantes para sondear el fondo del lecho de un río. Tal vez, entonces, preguntar no sea la búsqueda de una respuesta, sino intentar comprender la profundidad de las cosas.

A veces pienso que todo en mi vida comenzó a los ocho años.
En ese momento vivía en un lugar donde los nacimientos y las muertes sucedían habitualmente. El jardín del fondo de casa y el bosque de enfrente fueron los espacios donde daba sepultura a todo pájaro, gato y perro que muriese cerca de mí.
Tumbas con piedras, con flores, con nombre, sin nombre.
Me interesaba lo que sucedía tras la muerte y en el momento de mayor inquietud decidí dejar a un perro sobre la tierra, en vez de enterrarlo.
Era un animal bastante grande con pelaje de vaca, negro y blanco. Lo dejé ahí para poder ver. Ir una y otra vez a ver y oler.
El proceso no es veloz, pero al segundo día ya no lo reconozco. Hinchado, los labios retraídos, el vientre redondo.
El cuerpo se abre mostrando lo que nace y vive por dentro. Aparecen los colores tornasolados iridiscentes en algunas partes de su cuero invertido, el olor lo ocupa todo.
Sus huesos conservan su forma primigenia. Se entiende que es un perro, pero nunca cuál.

Al anochecer, desde el mismo bosque, podía verse el cielo estrellado. Las constelaciones del sur se mostraban enteras, y yo siempre estaba a la espera de las estrellas fugaces. Durante alguna noche sin luna, especialmente en invierno, aparecían algunas pequeñas nebulosas.

Las nebulosas y los cuerpos de los animales al descomponerse comparten varios elementos químicos.
Fósforo, azufre, calcio, nitrógeno.

Las nebulosas son el resultado de la muerte de una estrella.

Entonces.

Hacer acá lo que hice allá, fotografiarlo, escribirlo y seguir preguntándome.

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Vicente Isaías: Valeria, gracias por recibirme. ¡Me encanta este barrio! ¿Dónde estamos?

Valeria Sestua: Chacarita. Cerca del cementerio de la Chacarita.

VI: Maravilloso. Cuéntame, ¿cómo fue tu acercamiento a la fotografía?

VS:  Comencé a estudiar en el 97 y terminé el 98, pero era mucho más chica. Después, por cuestiones personales, no hice fotos casi durante diez años. Me dediqué a hacer otras cosas, a viajar un poco, también.

VI: Y durante esos diez años que no tomaste fotos, ¿te dedicaste al arte de alguna otra forma?

VS: No, no, nada.

VI: ¿Qué te hizo volver?

VS: Una añoranza. Sentir que [había] perdido mínimo la mitad de mi persona, de mi ser, al no estar con la fotografía. Podía vivir, podía funcionar, e incluso ser feliz por momentos. Con amigos, amores, viajes… Qué sé yo, cosas divertidas. Pero siempre había una parte donde yo sabía que no estaba viviendo o intentando vivir con algo más completo.

VI: ¿Y la fotografía te entregó aquello?

VS:  Bueno, sí. La fotografía porque es lo que yo decidí que iba a ser, de alguna manera. Mi conexión con el arte no es una herramienta, pero sí es la herramienta con la que yo entro y después me encuentro con otros elementos. … [Mi entendimiento antiguo de la fotografía] era más de registro visual. Lo sigo haciendo. Con el celular es inevitable registrar. Pero [ahora] hago muchas menos fotos. … Últimamente no pienso los proyectos como “proyectos artísticos,” sino como algún tipo de respuesta a una necesidad que viene desde otro lugar. Ahora tiene que ver más con conceptos, con ideas. Luego viene la foto mucho después… Mucho, mucho después.

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Valeria Sestua posa en el balcón de su casa en Chacarita © Fotografía por Vicente Isaías

VI: Me interesa saber cuáles fueron los primeros temas que exploraste cuando retomaste la fotografía, pensando en lo que dijiste anteriormente sobre el sentirse completo.

VS: Tal vez mi primer proyecto con mayor contundencia para mí [fue] Bajo La Piedra — una serie de fotos hechas donde yo me crié, en una ciudad pequeña en Córdoba, acá en Argentina. Tras tres o cuatro años de documentación, organización y redacción, me hizo ver que también era un homenaje a mi hermano fallecido. Los lugares que más significaban para mí eran aquellos donde compartí momentos con él.

En ese momento, yo estaba cansada de estar muy ligada emocionalmente con este lugar. Yo no quería pensar permanentemente en [él]. Estaba siempre viviendo en paralelo y quería estar más conectada con lo que me estaba pasando acá, que era el crecimiento de mi hijo. Era muy chiquito y quería estar ahí para él. No quería estar pensando en el pasado todo el tiempo.

Entonces resolví que si yo tenía miedo de olvidar —  es por eso que estaba todo el tiempo recordando — iba a ir y hacer un registro nada más para mí de cada lugar que para mí fue importante cuando era pequeña. Quería tener estos recuerdos en una cajita a lo que yo podría recurrir con lo que quisiera y podía conectar con lo que me estaba pasando. Todo ese registro está hecho en formato medio.

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© Valeria Sestua, Bajo La Piedra, 2019. Cortesía de la artista.

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© Valeria Sestua, Bajo La Piedra, 2019. Cortesía de la artista.

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Tres fotografías de la serie “Bajo la Piedra” en la sala de estar de Valeria Sestua en su antiguo departamento en Chacarita. ©Fotografía por Vicente Isaías

VI: Así que estabas en ese momento de transición, compilando recuerdos para poder avanzar, pero también intentando desprenderte de ellos. ¿Qué sucedió después de liberarte de ellos?

VS: Abordar este proyecto desde la perspectiva de una pérdida tan significativa, que marcó un antes y un después en mi vida, fue el puntapié para mi siguiente trabajo sobre la muerte, Un Montículo de Pequeños Cristales, el cual surge de una pregunta que me hacía de niña, una que muchos niños se hacen al darse cuenta de la mortalidad propia, cuando descubren que algún día van a morir ellos, sus padres, su perro… De golpe te das cuenta de que que las cosas tienen un fin, que las personas tenemos un fin y eso es una noticia importante para nuestra capacidad de procesar. Desde pequeña, estuve fascinada con el tema de la muerte, observando cómo la naturaleza maneja la desaparición de la vida. Esta curiosidad siempre estuvo presente, latente.

VI: Muerte, fotografía, permanencia y memoria. Hay un gran nexo ahí.

VS: La fotografía tiene una conexión intrínseca con la muerte. Por ejemplo, al documentar a alguien que ha fallecido, se plantea la cuestión de qué significa mantener viva su imagen, preservar la memoria de una persona o algo. La fotografía siempre se relaciona con la muerte, ya sea de un pasado o de un instante específico. Es un registro de algo que ya no existe, algo que nunca volverá; es, en esencia, como la muerte misma. Este proceso me parece sumamente fascinante.

 

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

VI: ¿Cómo aborda Un Montículo de Pequeños Cristales un tema tan profundo como la muerte, y cómo ha cambiado el uso de la fotografía desde tus inicios?

VS: Mi interés en el proyecto radica en explorar distintas maneras de reflexionar sobre la muerte, no simplemente a través de imágenes o fotografías. Me pregunto qué puedo capturar, lo que se me ocurra registrar, no solo cómo muere un animal o qué sucede en el lugar de su muerte. ¿Cómo afecta esto al entorno? ¿Qué ocurre con las estrellas? Ahora es sobre todo a través de la investigación. Además, recurro a muchas imágenes de archivo, no solo a registros directos. Mi método suele comenzar con el interés en un tema, seguido de una amplia lectura que incluye literatura y, si es relevante, ciencia. En este caso, contacté con paleontólogos para entender el proceso de descomposición de los cuerpos, su impacto químico y cómo esto enriquece el suelo. Luego, me comuniqué con astrofísicos para investigar qué sucede tras la muerte de una estrella, cómo se forman las nebulosas, sus componentes químicos y la creación de nuevos planetas y sistemas solares.

VI: ¿Podrías indagar más en las líneas de investigación de Un Montículo de Pequeños Cristales?

VS: Claro, yo tuve dos líneas de investigación y de trabajo que iban en forma paralela. Por un lado… No, en realidad son tres líneas… Cuatro.

VI: Siempre es así, ¿no? (ríe)

VS: Claro. (ríe)

VI: Vamos por parte.

VS: Bueno, primero estaba el investigar sobre la descomposición animal. En este caso, trabajé en el Museo de Ciencias Naturales, donde tuve accesso a su colección de especíemenes biológicos y a un ecosistema que emula las relaciones parasitarias naturales. En este espacio, se crian ciertos insectos específicamente para el museo. ¿Por qué? Porque los insectos se alimentan de cadáveres animales hasta dejar solo el esqueleto, ayudando en su descomposición. Este proceso no solo contribuye a la limpieza de los restos, sino que también prepara los esqueletos para su conservación y estudio, retirando previamente el ADN para fines de investigación sobre la biodiversidad.

Este enfoque, que incluye técnicas como la taxidermia y otros métodos especializados de preservación, resulta esencial para mantener especímenes en perfecto estado, porque ahí hay ratoncitos o aves muy, muy, muy pequeñas. A lo largo de más de un año, documenté este y otros métodos de conservación empleados por el museo, capturando la esencia de la colección y la importancia de estas prácticas para la preservación de especies que podrían desaparecer en el futuro.

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

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© Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

VI: Eso es fascinante, ¿y en segundo lugar?

VS: La astrofotografía. Empecé a investigar sobre qué sucede en el cielo y después en el universo, pensando sobre la muerte. Hay algo que pasa con con las estrellas y el universo, algo sumamente interesante que me vuelve loca, estas permanentemente analogías maravillosas entre la ciencia y la espiritualidad. [Durante esta etapa] cuando yo andaba viendo cómo fotografiar las nebulosas, [conocí a Julian Schneider. Julian] no sólo sabe de estrellas, de sus vidas y sus muertes sino que las fotografía como si lo hiciera desde el cielo, como el Hubble. … Meses después, en pleno invierno, fuimos dos días al campo de Inés, éramos 5 en un auto cargado mayormente de objetos fotográficos, entre ellos un aparato maravilloso que compensa la rotación de la tierra. Trípodes, lentes, cámaras con sensor modificado, vinos. Tuvimos dos noches impecables donde la luna salió tarde y las estrellas se manifestaron todas, incluso las fugaces. La vía láctea fué una serpiente brillante.

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© Valeria Sestua y Julian Scheinder, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024. Cortesía de la artista.

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Telescopio en el antiguo departamento de la artista en Chacarita. ©Fotografía por Vicente Isaías

VI: Parte del libro es la escritura, ¿no?

VS: Claro, escribí mucho para este libro. Este proyecto tiene por decir un 30 o 40% de porcentaje de textos que tienen que ver con mi relación con la muerte. Mi experiencia con indagaciones filosóficas y metafísicas sobre la muerte. También hay textos creativos más poéticos relacionados a animales que yo quise y se murieron, a la muerte de mi hermano o la de mis padres.

VI: Así que lo de tu historia familiar y autobiográfico continúa.

VS: Creo que todo se relaciona. Tengo mucha experiencia sobre la pérdida de seres queridos. Entonces no es casual también que me interese tanto la muerte.

VI: ¿Podrías compartir alguno de los textos?

VS: Hay uno sobre los planetas errantes, que son planetas que no tienen sol, o sea, no son iluminados, no reciben atracción gravitacional, andan sueltos, solos, independientes y oscuros.

VI: Divagando.

VS: Divagando y son planetas huérfanos también. Y de alguna manera yo relaciono, aunque no digo mi orfandad, pero hago una relación o un pensamiento a mi historia. Traigo esa información que es científica y que es real y la poetizo un cachito. Y ahí voy, conectando una cosa con la otra para de alguna manera reflexionar sobre sobre las diversas formas de  hacer sentido de la pérdida.

Una bala desaparecida/perdida
pulpos huérfanos
planetas huérfanos
algunas piedras amontonadas

(…)

Un planeta vagabundo o errante es aquel que no está ligado gravitacionalmente a ninguna estrella, es decir que no gira a su alrededor ni tampoco recibe su luz.
Un planeta totalmente oscuro, casi imposible de encontrar.
Un planeta huérfano.
No consigo imaginar ese movimiento independiente dentro del inmenso universo. Existe una palabra que exprese el miedo y la tristeza al mismo tiempo?

— Extracto de Un Montículo de Pequeños Cristales, Valeria Sestua

VI: ¿Y la última línea del proyecto en qué se enfoca?

VS: La última parte son imágenes de archivo y de apropiación. La gran mayoría son fotos del cielo, de las estrellas y de las nebulosas, específicamente de comienzos del 1900, con cámara de placa, que es el modo más espectacular y más interesante para mí de registrar el el movimiento estelar.

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“En los años 50s los perros vagabundos de las calles de Moscú eran candidatos a viajar al espacio, esto puede verse en la película rusa Space Dogs. Algunos volvieron y otros como Laika quedaron flotando eternamente.” Stills de la película Space Dogs. Selección de © Valeria Sestua, Un Montículo de Pequeños Cristales, 2024

VI: ¿Por qué el foto libro te pareció el formato más adecuado para recopilar este trabajo?

VS: Me interesaba que fuese un libro más bien pequeño, que se pudiera llevar en una mochila, porque es un libro que yo quiero que se lea más que se vea, o sea, sí, tiene imágenes, pero me interesa la narrativa y el texto. Y eso me lo decía sobre todo la diseñadora que estábamos ahí armando, que el libro en sí es como un gran poema, largo, acompañado de imágenes. Entonces a mí me interesa que sea algo que se pueda tener en las manos y que sea simple. No quería que el proyecto terminase como un objeto real, delicado, y difícil de abordar.

VI: Cómo ha cambiado tu percepción de la muerte, ya sea filosóficamente o personalmente desde tus primeros trabajos?

VS: Ahora siento que igual se ha ampliado, como investigar la muerte un poco en todos sus espacios y diferentes escalas también. A mí siempre me resultó interesante, sobre todo porque hay, al menos en nuestra cultura occidental y católica, una cuestión relacionada a la muerte que tiene un cierto tabú, un temor. Y me parece que que hay un miedo a algo que es inevitable y que creo que es súper importante tener información para formar una relación más cercana y que no sea solo algo que tan solo le sucede a los demás. Pensar sobre la propia muerte me parece una tarea interesante porque nos vuelca sobre la vida. O sea, eso es inevitable.

VI: Muchas veces estos temas son tabú en el sentido de que son ideas absolutamente prohibidas o impensables, pero acercarnos la muerte filosóficamente es un ejercicio.

VS: Por supuesto, y tener información, poder conversarlo y permitirse pensar estas cosas nos libera. Es necesario que se puedan desarrollar nuestras habilidades de cómo relacionarnos a la muerte, que es algo tan humano.

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© Valeria Sestua, “La Edad Justa.” Cortesía de la artista.

VI: No puedo esperar a ver este proyecto publicado y tener una copia. Te deseo mucho éxito. ¿Te parece si para despedirnos hablamos de un proyecto ya materializado? Durante la cuarentena le enviaste una foto diaria a la artista y escritora Analía Couceyro, a las que ella respondió con texto creativo. ¿De dónde viene el título del proyecto La Edad Justa?

VS: El título está relacionado a cierto momento de maduración, un tipo específico de maduración. La edad justa para vivir determinadas cosas, para el encuentro, para hacer un libro de estas características. La propuesta de comenzar esta correspondencia fué idea de Analía, y surgió por la separación obligada al comienzo de la pandemia. Hacía poco tiempo que nos conocíamos, entonces esta correspondencia fue más allá de una necesidad de seguir comunicadas, una forma de seguir conociéndonos. Una forma de decir, así miro yo, estas son las imágenes de mi vida. ¿Qué ves vos en ellas? ¿Cómo me lo decís?

La pandemia vino a detenerlo todo, y en mi caso me encontró en un momento de entusiasmo extraordinario, porque estaba viviendo un enamoramiento doble. Por un lado súper entusiasmada con mis planes respecto a mi proyecto Un montículo de Pequeños Cristales, recién comenzaba a hacer el registro fotográfico en el museo, y por otro lado conociéndonos con Ana.

La edad justa - Analía Couceyro y Valeria Sestua

© Analía Couceyro y Valeria Sestua, “La Edad Justa.” Cortesía de la artista.

VI: ¿Cómo fue el proceso de selección de las fotografías durante esos cuarenta días de aislamiento? ¿Hasta qué punto se transformó en un ritual?

VS: Sin dudas se transformó en un ritual. Cada noche, antes de dormir, elegía una foto para enviarle a Ana, al día siguiente en la oscuridad y el silencio de la mañana ella abría el mail, la veía y escribía el texto mientras sus hijos dormían. Luego yo despertaba y ya tenía su texto en mi correo. Así durante cuarenta días consecutivos, dejamos de hacerlo cuando comenzamos a vernos otra vez. Pasaba todo el día pensando en la foto que le enviaría esa noche, no quería que recibiera varias seguidas de un mismo proyecto. Me interesaba variar las épocas, darle la menor cantidad de indicios, ir del blanco y negro al color, del cuadrado al rectángulo. Me interesaba la ingenuidad que ella pudiese tener frente a esa imagen nueva,y el texto que pudiese surgir de ese encuentro. Después decidimos que esas fotos, las que yo le envié cada noche a Ana, no aparezcan en el libro — les lectores tendrán que imaginarlas — en su lugar están las que nacieron cuando volvimos a encontrarnos, todas con la Rolleiflex, cuadradas y en blanco y negro.

VI: El fotolibro, como un medio donde se acumulan todas estas vivencias, recuerdos, snapshots de la vida cotidiana y vuestra separación, ¿de qué forma te ha ayudado a entender la relación entre intimidad, deseo, y creativdad de manera diferente?

VS: Este freno obligado trajo sus frustraciones, igual mi proyecto fué favorecido porque comencé a investigar y escribir de un modo inexplorado hasta entonces, esto fué clave para el trabajo y para mi como hacedora y docente. Respecto a la relación con Ana, que estaba naciendo, este ir y venir de nuestras formas de ver el mundo nos permitió acercarnos y conocernos de una manera distinta… Desde la imagen y la palabra. Para mi fué precioso y determinó nuestro vínculo. Cuando comenzamos nuestra correspondencia jamás imaginamos que se convertirìa en un libro, esto lo vimos después. En su momento fue un intento de no perdernos, de que no muera nuestro amor.
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© Valeria Sestua from “La Edad Justa.” Courtesy the artist.

 


 

Vicente Cayuela es un artista multimedia chileno que trabaja principalmente en proyectos fotográficos basados en la investigación y escenificación. Inspirado por la historia oral, la estética de los libros de acertijos visuales y la propaganda política, sus complejas naturalezas muertas y arreglos de tableaux buscan familiarizar a las audiencias jóvenes con la historia de violencia política de su país. Su serie debut de 2022, “JUVENILIA”, le valió el premio Emerging Artist Award en Artes Visuales de la Fundación Saint Botolph Club, un Lenscratch Student Prize, una beca de equidad de Atlanta Celebrates Photography y una posición en el jurado de fotografía en los Scholastic Art and Writing Awards de la Alliance for Young Artists & Writers en la región de Massachusetts en 2023. Su trabajo ha sido exhibido notablemente en el Griffin Museum of Photography, Abigail Ogilvy Gallery, PhotoPlace Gallery y publicado a nivel nacional e internacional en publicaciones impresas y digitales. Como trabajador cultural, ha entrevistado a artistas y curadores de renombre y dirigido varios proyectos multimedia en diversas plataformas de museos y publicaciones artísticas. Actualmente, es editor de contenido en Lenscratch Photography Daily y creador principal de contenido en el Griffin Museum of Photography. Posee una licenciatura en Bellas Artes en Estudio de la Universidad Brandeis, donde recibió el Premio Memorial Deborah Josepha Cohen en Bellas Artes y el Premio Susan Mae Green por Creatividad en Fotografía.

Sigue a Vicente Cayuela en Instagram: @vicente.cayuela.art

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