Nicolás Marticorena: Aridez
Esta semana está dedicada a un grupo de fotógrafos chilenos que trabajan en una variedad de géneros. Hoy nos centramos en Nicolás Marticorena, periodista, sociólogo y fotógrafo cuya práctica global explora temas de cambio climático, sequía y sus efectos en la condición humana. Una entrevista con el artista sigue.
Nicolás Marticorena (Santiago de Chile, 1983). He studied journalism and photography at Andres Bello University and has a PhD in Sociology from the University of Barcelona, Spain. As a journalist and sociologist, his approach to analog photography began during college with an initial interest in documentary photography. Over the years, he has been exploring other styles and developing a personal photographic look, which he conducts as a process of internal search and expression that allows him to connect with the contemplation of the environment, people, and the intimate. Since 2021, he has deepened his photography knowledge and capabilities through workshops with renowned photographers Luis Poirot and Fernanda Larraín, with whom he has been learning laboratory techniques for more than two years. In 2023, he was part of Pasajero, a group exhibition of analog photography at Centro Cultural Las Condes.
Follow Nicolás Marticorena on Instagram: @nicolas_marticorena
Vicente Isaías: ¿Hace cuánto estás tomando fotos, y hace cuanto en Petorca específicamente?
Nicolás Marticorena: Empecé con la fotografía el año 2005 estudiando fotoperiodismo. Después fui muy autodidacta. Sin embargo, mi aproximación hacia un trabajo más autoral fue a través del desarrollo de este proyecto sobre Petorca, hace cuatro años. La megasequía en Petorca fue una temática que a mi me inquietó [y que] me impactó mucho. En ese tiempo la sequía y la crisis hídrica ya estaba estresando muchos lugares. Comencé 2019. Durante la pandemia me fui a vivir a la V Región y aproveché eso para intentar ir una o dos veces al mes a la zona. Viajaba (y aún viajo) principalmente los fines de semana, en auto, solo, a recorrer y a tratar de conocer todos los poblados que están ahí, a hablar con la gente, conocer el entorno, meterme por caminos. Yo creo que he recorrido todos los caminos de las cuestas que no están pavimentadas, caminos mineros y eso me ha llevado a descubrir mucho.
VI: Para dar un poco contexto, los chilenos estamos en una mega-sequía hace más de una década. En zonas rurales como Petorca, los efectos del cambio climático como la desertificación y problemáticas socioambientales han sido intensificados por la precaria regularización de la agroindustria y la sobre-explotación de “derechos de agua.” Durante la pandemia, además, se dio a conocer que la cantidad de agua que estas comunidades recibían en camiones aljibe, era muy poca, menos de la mitad de la cantidad recomendada por la OMS, de hecho.
NM: Es una mezcla de factores. Si tú profundizas en esto, hay una gran parte del territorio chileno que está sometido a eso. Durante la pandemia hubo noticias que me impactaron mucho sobre situaciones de las cuales necesitaba ser testigo. Por ejemplo, cuando empezaron a restringir el suministro de agua en los colegios, la gente ni siquiera podía recibir educación porque no había agua.
En Chile estamos acercándonos al medio millón de personas que solamente tienen suministro a través de camiones aljibe. El cambio climático está generando una escasez de agua en no contexto donde no existe una correcta gestión de los recursos hídricos, donde no hay un ordenamiento, donde muchos recursos también son privados, no hay una priorización, no hay organización, y con eso evidentemente se exacerban las complicaciones y empiezan a verse problemas que son los que actualmente conocemos.
El cambio climático está generando una escasez de agua en no contexto donde no existe una correcta gestión de los recursos hídricos, donde no hay un ordenamiento, donde muchos recursos también son privados, no hay una priorización, no hay organización, y con eso evidentemente se exacerban las complicaciones y empiezan a verse problemas que son los que actualmente conocemos.
VI: Entonces tu interés en la provincia de Petorca nace de alguna forma a partir de este conflicto.
NM: Totalmente, me llamó la atención desde una perspectiva más macro-social — cómo un fenómeno que tiene que ver con la ecología y el medio ambiente, puede tensionar también nuestras relaciones como seres humanos, como actores sociales en un espacio determinado.
Al principio tuve … una aproximación a ese conflicto [desde] lo mediático, desde el “framing” que los medios ponen sobre esto. A mí me llamaba mucho la atención. Quería saber qué significaba que no hubiera agua en una zona, o por qué hay suicidios de campesinos; o qué otros problemas sociales comenzarán a manifestarse derivados de esta crisis [hídrica].
Ese ha sido principalmente el proceso de cómo me empecé a acercar a este proyecto. Yo necesitaba ir y conectarme — entender el lugar, entender su geografía, entender las comunidades que estaban ahí, hacerme una idea de una perspectiva mucho más presente de algo que solamente lo veía desde los medios de comunicación.
Petorca no se limita a ser solo un pueblo; es una provincia con diversidad. Ubicada entre la cordillera y el Pacífico, la cruzan aproximadamente tres grandes ríos, cuyas aguas ya no se aprecian superficialmente. Mi enfoque inicial fue entender este contexto. Ir allá me acercó a entender que desarrollar una mirada autoral ha tenido dos temas para mí muy importantes, dos caminos que han sido claves.
VI: ¿Cuáles?
NM: El primero ha sido cómo voy a buscar la fotografía. Yo no soy de Petorca. Petorca está solo a 150 km de Santiago. Empecé a ir una o dos veces al mes, el primer año sobre todo, a ir con mi cámara y a recorrer. El aspecto autoral emergió porque inevitablemente cuando tú vas de cierta manera a hacer un viaje que no es turismo, y en cambio vas a un viaje significativo a encontrarte con algo, se genera la oportunidad de encontrar cosas, de asombrarte. No tengo un esquema para decir “necesito esta foto,” sino que la busco, y si la encuentro, siento gratitud por encontrarla. De cierta manera he dicho “bueno, todas las circunstancias me llevaron a esto, ya sea para fascinarme con la gente, conversar y estar un poco desencadenado y libre de no estar presionado por ir a sacar una fotografía.”
VI: ¿Y en segundo lugar?
NM: En segundo lugar, el método análogo implica una conexión profunda con los materiales y un proceso más lento. Analizar con calma los negativos reveló la dirección de mi mirada, y me hizo darme cuenta de que lo que estoy desarrollando es un trabajo más autoral que documental. A mi me gustaría que el proyecto tratase de transmitir sensaciones. Ojalá sea un objetivo logrado, que las fotografías que finalmente quedan en el proyecto, generen una conexión con alguien y algún tipo de emoción.
Para mí, una buena fotografía tiene que tener un grado de abstracción. Tiene que tener también un grado de sugerencia, y tiene que evocar algún tipo de emoción. Y de cierta manera, lograr comunicar la sensibilidad de quien capturó la imagen. Por eso en este proceso me he ido alejando de lo que es fotoperiodismo y me he querido introducir mucho más en lo que es la mirada autoral.
VI: Las fotos son muy evocativas. Me cautivaron desde que las vi en una de tus exhibiciones. ¿Con qué cámaras trabajas?
NM: La mayor cantidad de las fotos son con una Rolleiflex. Me gusta mucho porque me abre muchas puertas con la gente, a diferencia de otras cámaras que son más invasivas. La gente la ve y se abre mucho más, se pone menos nerviosa y me abre mucho más puertas.
VI: Hablemos de la gente entonces. ¿Cómo ha sido tu interacción con los habitantes de Petorca?
NM: Logré conocer muchas familias. La gente es muy abierta, hay mucha humanidad en el sentido de que, a diferencia de otros lugares, cuando tú vas con una cámara te abren las puertas. No hay una barrera, no hay desconfianza. Al contrario, muchas veces incluso privilegié no sacar fotografías para profundizar conversaciones con personas. Esta apertura no solamente se ve entre las personas; los mismos animales también se acercan a uno, como que hay ahí un deseo de conexión entre la vida, se busca la vida y se conecta.
VI: Debes tener muchas anécdotas muy interesantes con estas personas, qué privilegio conocer en primer plano sus historias. ¿Nos compartes una?
NM: Me acuerdo de unas personas que me invitaron a sacarle fotos a su campo. Tenían cultivos de palta, pero a diferencia de lo que se podía pensar acá en Santiago — que se asume son grandes empresas — estas personas eran pequeños agricultores que tenían algunos paltos y con eso viven. Pasé un domingo con ellos y empecé a entender que ellos veían el agua como una complicación porque tenían que tomar decisiones muy duras. Por ejemplo, no podían tener más de uno o dos perros porque eso implicaría darles más agua, o tenían que decidir día a día si regar las plantas o no. Toda esa serie de decisiones de verdad te impactan mucho.
Petorca me llamaba mucho la atención demográficamente. Es una zona que se está vaciando también, no solo de agua. El gran porcentaje de la población son adultos mayores y sólo ves niños muy pequeños. Alguien de tu edad o de mi edad ya se han ido. La gente que queda son personas que en general tienen testimonios que son claves para formarse una mirada sobre lo que ocurre, o sobre el lugar, o sobre las personas. Más allá de la problemática, te permiten entender el contexto, la provincia en sí.
VI: Lo que es muy importante porque no hay que olvidarse que estos lugares tienen vida. Las personas que viven ahí conocen la historia, y con este fenómeno que incrementa cada vez más — la migración por el cambio climático y el desplazamiento etario — se pierde un patrimonio histórico y cultural enorme.
NM: Totalmente, y eso me llamó mucho la atención. Hay muchos adultos mayores que a diferencia de la ciudad siguen completamente activos. O sea, allá en Petorca las actividades productivas bases de la provincia lo exigen, es una zona que tradicionalmente fue minera, de pequeña minería. Hay muchas personas que trabajaban en los cerros en la extracción de oro, que tienen un sinfín de historias y tradiciones. Es interesante porque el tema de la palta es un fenómeno más bien reciente y uno lo ve más porque es lo más mediático, pero hay una serie de otros cultivos y actividades que se han realizado en la zona durante mucho tiempo. Por eso vuelvo a enfatizar que este es un fenómeno multifactorial. Ya no se puede culpar solamente un tema en cuanto a la crisis hídrica, así como no se puede entender la historia del lugar sin abarcar la complejidad de la zona.
VI: Claro, es algo mucho más expansivo. Hablando de expansión, el tema central de tu trabajo es la aridez, y en este proyecto también lo has vinculado con una serie de viajes, llevando esta temática a una mirada más global. ¿De dónde nace esa idea?
NM: Cuando visité Petorca y otros lugares con amplios espacios vacíos, comencé a apreciar cosas nuevas, a descubrir y conectar con aspectos personales. Esta experiencia la trasladé a otros lugares que no tenían relación geográfica, pero que sentía igualmente cercanos. Empecé a ver ciertas relaciones de las personas con el entorno, quizá ciertas similitudes que me empezaron a llamar la atención y, sobre todo, ciertas cosas que me pasaban a mí y que las he ido descubriendo con el tiempo. Comprendí que ya había realizado varios viajes que mostraban esto.
Siempre me ha gustado viajar y me di cuenta de que mis últimos viajes se estaban conectando de alguna manera con mi trabajo fotográfico. Empecé a visitar lugares áridos que se relacionaban con mi proyecto. Algunas de las fotos [son de] Marruecos y de México. Este enfoque ha evolucionado y creo que hasta ahora es el camino que estoy desarrollando. Me gustaría ampliarlo a otras zonas en Chile y también en otras partes del mundo, ya que muchas regiones están experimentando estrés hídrico.
A través de las imágenes, profundizo en el hilo conductor de la aridez como un ambiente que me permite conectar con la resiliencia. Desde la flora que se aferra a fuentes de agua subterránea, hasta comunidades que permanecen en esos lugares como legado familiar o por motivos espirituales.
Si tú te pones a pensar en la aridez y los lugares del mundo donde existe estrés hídrico, un tercio de los habitantes del planeta están en esa situación. Marruecos, que está tremendamente afectado por la escasez de agua, es parte de una zona que ha tenido una relación histórica con la aridez, que se expresa incluso a nivel literario, también con lo poético, totalmente.
En mis viajes fuera de Petorca empiezo a introducir fotos a través de otros viajes. Cambio también de proporción porque cambio de cámara y de cultura, utilizando un formato de 35 milímetros que lo mezclo con las otras fotos de otros lugares.
VI: Me llama la atención lo que dices sobre la aridez y situaciones personales, quizás para terminar podrías contarnos más cuál es la relación que tú ves entre ambas.
NM: Yo creo que la aridez se puede reflejar también mucho en la aridez espiritual o en otros tipos de aridez que hemos vivido como personas y que hemos encontrado alguna manera como para sobrellevarlo o superarlo, o simplemente entenderlo.
A mi me ha llamado mucho la atención el trabajo de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide y he leído mucho su libros y sus entrevistas. Me conecto mucho con su forma de hacer fotografía. Ella dice que cuando uno saca una foto, uno está interpretando la realidad y lo que hay detrás de eso es todo el sentimiento y el conocimiento que nos ha hecho como persona. Y yo creo que al momento de conectarme con esto, con este lugar, con este tema, indudablemente esto se ve y se conecta con lo que yo he sido, lo que me ha hecho persona y con mis experiencias de vida.
Quizás mi aridez en la vida ha sido la muerte traumática de mi padre y también el desamor, en el sentido de cómo aprender hacia el futuro a relacionarse con el amor. Yo creo que todas estas cosas que nos forman como seres humanos y que nos dan nuestras herramientas psicológicas, de cierta manera nos van permitiendo superar la aridez, descubrirla, digerirla, o quizás simplemente entenderla.
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